lunes, 7 de marzo de 2011

El orgullo saca su energía y su fuerza de los profundos abismos del egoísmo

Algunas personas suponen que la humildad tiene que ver con sentirnos culpables e indignos. La humildad no significa convencernos a nosotros mismos de que tenemos poco o ningún valor, ni de que somos insignificantes. Tampoco quiere decir negar o esconder los talentos que Dios nos ha dado. No logramos humildad al pensar menos de nosotros mismos; logramos humildad al pensar menos en nosotros mismos. La humildad llega conforme nos ocupamos de nuestra labor con la actitud de servir a Dios y a nuestros semejantes.



La humildad dirige nuestra atención y amor hacia los demás y hacia los propósitos del Padre Celestial.

El orgullo hace lo opuesto. El orgullo saca su energía y su fuerza de los profundos abismos del egoísmo. En el momento en que dejamos de obsesionarnos con nosotros mismos y nos entregamos al servicio, nuestro orgullo disminuye y comienza a morir.



(Presidente Dieter F. Uchtdorf, Liahona de noviembre de 2010, pag. 58)

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